A medida que terminamos nuestra preparación de Adviento y encendemos la cuarta vela de la corona, reflexionamos este domingo sobre la historia del evangelio de la visita de María a Isabel. Esta escena sigue inmediatamente la historia de la Anunciación, donde María concibió a Jesús en el anuncio del ángel Gabriel. El servicio amoroso es la asombrosa respuesta de María al haber sido llenada literalmente con la presencia de Dios. El evangelista escribió que María viajó a la región montañosa "a toda prisa". Ella no perdió el tiempo. Había un gran sentido de urgencia: la urgencia de servir. Ella no se sentía con derecho a recibir un tratamiento especial porque se le había pedido que fuera la Madre de Dios. Esto nos dice que si uno está genuinamente lleno con la presencia de Dios, la persona no puede simplemente vivir para sí misma o vivir egoístamente. Uno siempre se mueve para servir. Abrazar el verdadero espíritu de Adviento, entonces, es encontrar maneras de crecer en el servicio amoroso. De esta manera, otros sentirán la presencia amorosa de Dios a través de nosotros, y como Juan el Bautista, "saltarían de alegría". – Fr. Cary